Paso 1: Identifica tu tipo de piel
Piel Normal: Suave y equilibrada, sin zonas grasas ni secas prominentes.
Piel Seca: Tiende a sentirse tirante y áspera, especialmente después de la limpieza.
Piel Grasa: Con brillo en la zona T y poros visibles.
Piel Mixta: Con características de piel grasa en la zona T y normal o seca en otras áreas.
Piel Sensible: Propensa a irritaciones, enrojecimiento, picazón o sensación de ardor.
Paso 2: Rutina de cuidado facial básica
Limpieza: Usa un limpiador suave adecuado a tu piel, evita ingredientes agresivos como el alcohol.
Tonificación: Restablece el pH de tu piel y elimina residuos con un tónico facial.
Hidratación: Elige una crema que se ajuste a tus necesidades; densa para piel seca, ligera y libre de aceite para piel grasa.
Protección solar: Un paso indispensable, elige un protector solar con SPF adecuado para tu tipo de piel.
Paso 3: Productos adecuados para cada tipo de piel
Piel Normal: Explora una amplia gama de productos, priorizando aquellos que mantienen el equilibrio natural.
Piel Seca: Busca hidratantes con ácido hialurónico, glicerina o aceites naturales.
Piel Grasa: Opta por productos libres de aceite y no comedogénicos, con ingredientes como ácido salicílico y té verde.
Piel Mixta: Combina productos específicos para cada zona de tu rostro.
Piel Sensible: Busca fórmulas suaves y sin fragancias, con ingredientes calmantes como avena, caléndula o aloe vera.